Dicen que cuanto más subes más fuerte es la caída, pues así fue la mía. Caí en un hoyo profundo, en donde pensé lo que nunca había pensado: y qué es lo que hago en este mundo, si ni siquiera me importa mi vida y mucho menos vivirla? Ni en mis años de adolescencia había caído en ese cliché existencial, es más, me parecía aún más triste, porque a mi edad sabía lo que la vida y el mundo traen consigo.
Sentía que mi vida era como un barco en tormenta y yo me ahogaba con él.
Sí se me ahoga el barco a mí quién me va a ayudar? Era mi frase trillada y la respuesta era simple y cierta: nadie más que sólo yo.
Nadie más que sólo yo....y así fue....rescaté mi barco que estaba a punto del naufragio.
Me alegra el regreso. Es sorprendente lo que puede cambiar la vida en sólo dos años, ¿no?
ResponderEliminarEspero leerte más a menudo.